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Descripción

Hoy hablamos del genio y figura de Johannes Kepler. Hoy hablamos de un astrónomo revolucionario, que descubrió las leyes que gobiernan sobre las órbitas. Y hoy pedimos disculpas por el chiste. El guionista le ha dado carta blanca al locutor para improvisar, y se ha vuelto loco. No volverá a pasar.

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Redes del equipo:

Guionista: Alfonso Gómez https://www.instagram.com/alfonsotakles/

Locutor: Jairo Costa https://www.instagram.com/soyjairocosta/

Edición y montaje: Jorge Cambero https://www.instagram.com/karakatuchi/

Guión

 Introducción

-Mira Jairo, a guión a se le ha vuelto a atascar un chiste. Otra vez ha escrito un diálogo sobre que este episodio no tiene chiste.

+Es verdad. Pues, es la hora de que demuestre mis dotes de guionizado.

(Te doy un chiste si no se te ocurre nada, pero tienes libertad aquí para meter lo que quieras)

  • ¿Como se despiden dos químicos? Acido un placer.

  • Hoy es un Ke-pleacer explorar el universo porque vamos a Ke-plear algunas verdades, descubrir datos Ke-pulento sobre las estrellas, aunque intentaremos no Ke-plierdernos en teorías. Esta semana hablamos sobre... KEPLER.

-De verdad, nadie al volante de este programa.

Cabecera

Desde que el ser humano tiene memoria, siempre ha mirado al cielo. Estrellas, planetas, constelaciones y demás movidas del inmenso, insondable, oscuro, aterrador, insultantemente largo a lo ancho y ancho a lo largo, caótico por naturaleza y nada acogedor espacio. Pero… ¿conoces el origen de sus historias? Empieza Astro.

Historia

Vamos a comenzar el episodio de hoy con un ejercicio de empatía. Imagina que vives en Alemania en el año 1580. Tu padre, siempre ausente, es un mercenario luchando en las guerras al servicio del Duque de Alba. Tu madre, una curandera, es conocida en tu pueblo como la bruja local. Tu hermano padece de epilepsia y tú naciste prematuramente con siete meses, desarrollando con los años una tendencia a la hipocondría. Ante estas circunstancias, ¿qué harías? Pues si te llamaras Johannes Kepler, la respuesta sería sorprendente: superarías todos estos desafíos y te convertirías en uno de los astrónomos más destacados de tu tiempo.

Desde pequeño, Johannes Kepler fue impulsado a alcanzar las estrellas. Nacido en 1571 en lo que hoy conocemos como Stuttgart, Alemania, su vida estuvo marcada por eventos astronómicos significativos. A los cinco años, su madre lo llevó a observar el cometa de 1577. Luego, a los nueve años, su padre lo llevó a presenciar un eclipse de luna el 31 de enero de 1580, donde la Luna se mostró de un intenso color rojo. Este evento se convertiría en uno de los recuerdos que Kepler atesoraría sobre su padre, quien desapareció después de marchar a la guerra en 1589 y nunca regresó.

Ese mismo año, Kepler decidió estudiar teología. También se matriculó en cursos de ética, dialéctica, retórica, griego, hebreo, astronomía y física. En la Alemania de aquel entonces, los únicos científicos eran religiosos. A Kepler se le daban tan bien las matemáticas que uno de sus profesores decidió mostrarle el modelo heliocéntrico de Copérnico. Pero tuvieron que hacerlo a escondidas porque, en esa época, el heliocentrismo se consideraba herejía. Y si alguien tiene dudas, que le pregunten a su amigo Galileo dentro de un par de años y a ver qué nos cuenta. Pero no nos adelantemos.

En 1594, y con solo 22 años, Kepler se gradúa y hace lo que muchos filósofos y matemáticos al obtener su título: directo a la cola del paro. Un saludo para todos los matemáticos y filósofos que nos escucháis, que bromeamos desde el cariño. Bueno, paro por aquella época no había, así que se va a pedir que por favor le dejen ser sacerdote luterano. Pero aquí surge un problema: es heliocéntrico, y eso, amigos, era considerado herejía. Y lo de ser cura y hereje al mismo tiempo… Como que no lo venían. Así que, siguiendo la tradición de muchos grandes pensadores, termina siendo profesor de matemáticas en un instituto. Otro saludo a nuestros amigos matemáticos, de verdad, desde el cariño.

En el año 1600, llega otro revés a la vida de Kepler cuando su carrera como profesor de instituto se ve amenazada. El emperador del momento, el archiduque Fernando segundo de Habsburgo, decide que no quiere protestantes en el país. Pero justo cuando las cosas se complican, Kepler recibe una carta de Tycho Brahe (Se lee Tiko Braa), uno de los grandes astrónomos de la era pre-telescópica. Animado por esta oportunidad, Kepler se traslada con su esposa y sus tres hijos a Praga. Allí, bajo el mecenazgo del emperador húngaro Rodolfo Segundo de Habsburgo, realiza la mayor parte de su impresionante producción científica. Grande, Rodolfo, menudo visionario el tío.

Durante su tiempo como matemático imperial hasta 1615, Kepler realizó la mayor parte de su producción científica. ¿y qué pasa en 1615?: pues que deciden quemar a su madre por bruja. Kepler lo paró todo en su vida y dedicó seis años intentando defender a su madre en los tribunales, logrando finalmente su liberación en 1621. Mientras tanto, en 1619, Kepler fue declarado hereje por sus creencias heliocéntricas. Además, el país estaba en guerra, y la ciencia dejó de ser tan importante. En esta difícil etapa final de su vida, Kepler se esforzó por mantenerse a flote a pesar de todo, hasta que falleció en 1630 a sus 58 años.


Las leyes de Kepler

Ahora que ya sabemos cómo fue la vida de Kepler y de su constante batalla con la adversidad, hablemos de su contribución a la ciencia.

Nuestro joven Kepler, recién mudado a Praga, ardía en deseos de consultar los datos de Tiko Braa (Tiko Braa). Los mejores datos de la época, obtenidos en el mejor observatorio del mundo, se decía. Pero, se ve que Kepler entró con mal pie en el observatorio, pues Tiko no le enseñaba los datos ni aunque el astrónomo alemán se lo pidiera de rodillas. Si es que Kepler no ganaba para disgustos. La relación entre los dos fue tensa, con muchos “vete a pastar” y “que te den por donde amargan los pepinos”, o lo que dijesen los húngaros a principios del siglo 17. No sería hasta la muerte de Tiko Braa en 1602 cuando Kepler tendría acceso ilimitado a los datos. Y aquí, amigos míos, comienza la magia.

La obra científica de Kepler es extensa. Crea catálogos del cielo nocturno, describe los eclipses lunares, documenta la supernova de 1604, mejora el telescopio de Galileo, argumenta que la luna afecta a las mareas terrestres… ¡Si hasta estudió cuál debía ser la forma óptima de un barril de vino!. Pero si hay algo por lo que Kepler es conocido, es por las tres leyes de Kepler, formuladas después de estudiar los datos de la órbita de Marte de Tiko Braa.

La primera ley dice así: “Todos los planetas se desplazan alrededor del Sol describiendo órbitas elípticas, siendo el Sol uno de los focos de la elipse.” Osea, que los planetas no describen círculos perfectos, sino elipses. Y uno de los centros, o focos de la elipse, es el sol. Para la iglesia, esto significaba decir que Dios no había creado órbitas perfectas, y encima, que la Tierra no era el centro del todo. Herejía doble, vamos. Pero sigamos con las leyes.

La segunda ley de Kepler cuenta que “Las áreas barridas por los radios de los cuerpos celestes son proporcionales al tiempo usado por aquellos en recorrer el perímetro de esas áreas.” Que levante la mano el que se haya enterado. Tú, el del fondo, no mientas, y baja esa manita. Vale, básicamente, lo que esta ley dice es que cuanto más cerca esté del sol, más rápido se mueve el planeta. A más lejos esté, más lento se mueve. O lo que es lo mismo, que los planetas no se mueven siempre a la misma velocidad, sino que dependiendo de su distancia al astro rey van a una velocidad o a otra.

La tercera ley se le resistió a Kepler muchos años, pero finalmente juntó suficientes evidencias para demostrarla. ¿Y qué dice esta tercera ley? Pues que “El cuadrado de los períodos de la órbita de los cuerpos celestes guarda proporción con el cubo de la distancia que hay respecto al Sol.” Osea, que cuanto más lejos está un planeta del sol, más tarda dicho planeta en dar una vuelta en torno a este. El cociente entre este cuadrado del período y el cubo de la distancia es siempre el mismo para todos los planetas del mismo sistema solar, pues depende mayormente de la masa de la estrella en torno a la que giran. Tan mayormente, de hecho, que la masa del planeta se puede no tener ni en cuenta a la hora de hacer el cálculo.

Y ya está, ya conoces las tres leyes de Kepler. Pero, este Kepler no es el único digno de relevancia en la historia.

Telescopio Kepler

El impacto de Kepler en la sociedad de su momento fue… moderadamente elevado. Sí, inventó un telescopio mejorado, y defendió el heliocentrismo. Pero, a pesar de que muchos historiadores de la ciencia le consideran una figura clave en la revolución científica del renacimiento, no ha tenido la misma repercusión social. Sin embargo, sí que ha tenido una gran repercusión científica.

Hay varias cosas que se han llamado Kepler. Un cráter en la luna. Un cráter en Marte. La paradoja de Kepler, que tiene que ver con lo de cómo apilar barriles de vino. Y un telescopio espacial. Sí, le han dedicado un telescopio al inventor de un tipo de telescopio. No, el nuevo telescopio no usa la misma tecnología. Pero sí que hace cosas muy interesantes, oye.

Lanzado en 2009, el observatorio espacial de la misión Kepler tenía un objetivo claro: buscar planetas de tamaño parecido a la Tierra que estuviesen a la distancia correcta de su estrella para haber vida. Para garantizar que el Sol no fuese un problema en las mediciones, el telescopio espacial orbitaba directamente en torno a nuestra estrella.​ El 30 de octubre de 2018, tras nueve años de operación, el combustible del sistema de control de reacción a bordo del telescopio se agotó, y la NASA anunció su retiro definitivo.

Durante esos nueve años de operación, la nave encontró 2600 planetas confirmados en más de medio millón de estrellas. También localizaron otros 3600 cuerpos que pueden ser posibles planetas, y más de 2000 estrellas binarias. De todos este volumen de datos, sólo 9 planetas estaban en una zona potencialmente habitables, y tenían una superficie rocosa. Lo del agua y la atmósfera se escapaba de las mediciones del satélite. Sin embargo, el pobre telescopio Kepler casi no llega a contar tanto planeta, y es que en 2013 dijeron que se abortaba toda la misión.

¿El problema de su muerte acelerada? Se bloquearon dos ruedas que giraban los espejos del telescopio. Una murió en 2012, directamente. Y la otra se atascó en 2013. En verano de ese mismo año, los ingenieros trataron de forzar el giro de las ruedas, pero nada, que no había manera. Esto impedía hacer fotos de las estrellas corrigiendo el giro del telescopio. O lo que es lo mismo, las estrellas aparecerían como destellos de luz arrastrados en las fotos. Vamos, imposible buscar un planeta así.

La solución surgió a los pocos meses: utilizar la luz del sol como una rueda adicional. Sí, suena tan innovador como es. Cuando la luz solar golpea una superficie, ejerce una pequeña presión. Aunque mínima, porque los fotones son extremadamente ligeros, en el vacío son suficientes para mover superficies. Imagina canicas de luz impactando contra una pared, haciendo que esta gire gradualmente por la fuerza del impacto. Los ingenieros propusieron aprovechar esta rotación junto con las otras dos ruedas aún funcionales para dirigir el telescopio hacia áreas de interés científico.

Así que, el Kepler comenzó a utilizar la rotación que le aplicaba la luz solar como ajuste del telescopio, junto con los sistemas que quedaban funcionando. Gracias a esto, recuperó su utilidad, y el 18 de noviembre de 2013 se confirmó la segunda vida del telescopio. O, como lo llamaron los científicos de la NASA, su segunda luz.

Cierre

Quizás el telescopio Kepler entrase en su segunda luz, pero nosotros entramos en nuestro final número 28. Un saludo para los profesores de matemáticas y de filosofía en particular, y a todos los profesores de instituto en general. Y un saludo a ti, querido oyente, que sigues escuchando este episodio y este programa.

Nos vemos en el siguiente episodio con más historietas.

¡Astro la próxima!

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