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Descripción

Las has visto mil veces, super bonitas, de todos los colores, pero, ¿sabes realmente qué son? Aquí te lo explicamos, además de saber también qué pensaba las civilizaciones antiguas sobre esto. Puedes consultar los guiones en nuestra página web: https://www.astropodcast.net/ Y links para otras plataformas en: https://www.astropodcast.net/enlaces/ Redes del equipo: Guionista: Alfonso Gómez https://www.instagram.com/alfonsotakles/ Locutor: Jairo Costa https://www.instagram.com/soyjairocosta/ Edición y montaje: Jorge Cambero https://www.instagram.com/karakatuchi/

Guión

  Introducción

-Jairo, ¿qué haces dormido? Que tenemos que grabar un programa.

+*Bostezo cortito* Es que he visto que hoy hablamos de Aurora, y como es la Bella Durmiente, estoy cogiendo experiencia práctica.

-Experiencia práctica… Vamos arriba! Tienes mientras pongo la intro para ponerte delante del micro.

+5 minutitos más…

Cabecera

Desde que el ser humano tiene memoria, siempre ha mirado al cielo. Estrellas, planetas, constelaciones y demás movidas del inmenso, insondable, oscuro, aterrador, insultantemente largo a lo ancho y ancho a lo largo, caótico por naturaleza y nada acogedor espacio. Pero… ¿conoces el origen de sus historias? Empieza Astro.

Mitología

Las auroras boreales, esas preciosas luces que iluminan los cielos árticos en mitad de la noche y prenden la imaginación, son un suceso conocido desde hace mucho tiempo. Los anales de bambú, una crónica de la historia del imperio chino escrita en torno al año 290 antes de nuestra era, hablan de “luces en el cielo” 7 siglos antes de su redacción. Y Piteas, un gran explorador de la antigua Grecia, documentaba también su existencia. Sin embargo, el nombre aurora boreal es muchísimo más moderno, pues se lo puso el italiano Galileo Galilei hace tan sólo 500 años. Y le puso el nombre en honor a Aurora, la diosa romana del alba.

Según la tradición romana, Aurora era la encargada de anunciar la salida de su hermano, el dios Sol. También era hermana de Selene, la diosa que personificaba a la luna. Así que, cada mañana, Aurora cruzaba la bóveda celeste. Por el camino, lloraba apesadumbrada por la muerte de uno de sus hijos, lágrimas que luego se transformaban en el rocío mañanero. Aurora era también la madre de los dioses de los vientos. En griego, sus nombres son Boreas y Auster, representantes del viento del norte y del sur respectivamente. De ahí que la aurora boreal se refiera a la que se produce en el hemisferio norte, y aurora austral para las del hemisferio sur.

Sin embargo, estos nombres grecorromanos no reflejan la verdadera tradición asociada a las auroras. Las auroras boreales y australes se dan normalmente cerca de los círculos polares, por los que debemos irnos a otras mitologías si queremos escuchar historias sobre ellas. Por ejemplo, para los antiguos vikingos, las auroras boreales representaban los destellos del puente arcoiris que unía el reino de los dioses y el de los hombres. O las armaduras de las valquirias que llevaban las almas de los caídos en combate, depende de cómo pillases ese día al vikingo.

Para muchas tribus norteñas, estas luces en el cielo representaban almas. Aunque cada tribu las interpretaba de manera distinta. En Groenlandia, eran los espíritus de los niños fallecidos, jugando en el cielo. Para los Sami, indígenas de Laponia, son una manifestación vengativa de las almas de los muertos, y una fuerza a ser temida. El mero hecho de hablar o silbar bajo ellas podría hacer que las luces te raptasen, o te cortasen directamente la cabeza.

Pero no toda Finlandia comparte esta tradición tan terrorífica. Otro mito muy popular en Finlandia llama a la aurora boreal “revontulet”, o zorro de fuego. La leyenda cuenta que las auroras boreales las provoca un zorro de las nieves que recorre las montañas, levantando la nieve con su cola y enviando los destellos a los cielos.

Bueno, el norte está claro que tiene sus mitos, ¿pero qué pasa con las tribus del sur? La tradición oral que ha sobrevivido hasta nuestro días no es muy amplia, y se centra en las tribus aborígenes de Australia y Nueva Zelanda. Para las tribus de Australia, la aurora austral representaba distintos tipos de fuego, ya fuese de espíritus quemando algo para avisar de la guerra, o fuego utilizado para comunicarse con los vivos como si fuese una señal de humo.

Para las tribus de Nueva Zelanda, en cambio, era el reflejo de las hogueras de sus ancestros. Las tribus maoríes eran grandes navegantes, que aprendieron pronto a usar el cielo nocturno para guiarse en sus viajes. Pues bien, las auroras marcaban el campamento que sus ancestros habían establecido en una tierra de hielo mucho más al sur. O lo que es lo mismo, eran un espejo mirando hacia la Antártida.

Ciencia

Como comentamos en nuestro primer episodio, las auroras son producto del choque del viento solar con el campo magnético de la Tierra. Aunque esa es la versión resumida en menos de 240 caracteres. En realidad, es un poco más complicado.

Imagina la Tierra, flotando en el espacio, en toda su esfericidad. A su alrededor, las líneas del campo magnético, formando una especie de cubierta protectora con forma de manzana. Luego volvemos con lo de la manzana, no te preocupes. A miles de kilómetros de distancia, se produce una ráfaga de viento solar. Cientos de partículas cargadas escapan del plasma del sol, y se dirigen a toda velocidad en dirección a la tierra. Pero cuando chocan contra la magnetosfera no salen despedidas, sino que se deslizan por ella como las gotas de agua por un coche en movimiento hacia el lado oscuro del planeta.

Cuando estas partículas no se deslizan lo suficientemente rápido, comienzan a acumularse. Y cuando se acumulan demasiadas partículas en una misma zona, interactúan y energizan el aire de la atmósfera, produciendo las auroras. Dado que el campo magnético tiene forma de manzana, con el rabito saliendo por el polo norte, las partículas tienden a acumularse más cerca de los polos. Este es el motivo por el que las auroras suelen darse sólo cerca de los círculos polares.

Sin embargo, existen otros motivos que pueden provocar la acumulación de partículas cargadas más allá de la forma natural del campo magnético terrestre. Una deformación de dicho campo magnético también provocaría acumulaciones de partículas, por ejemplo. Pero también puede darse una acumulación de partículas debido a la presencia de tormentas solares. En estas tormentas, el sol literalmente escupe un poquito de masa de su corona, enviando una cantidad muy alta de partículas cargadas que energizan fácilmente el aire.

¿Y a qué nos referimos con que energizan el aire? Bueno, a que literalmente cargan de energía las moléculas de los gases. Cuando una partícula es expuesta a una cantidad suficiente de energía, algunos de sus electrones pueden pasar a un nivel energético superior. Esto sería equivalente a decir que los electrones pasan a orbitar más rápido y más lejos del núcleo atómico, con perdón de los físicos de partículas. Pero a las partículas no les gusta tener mucha energía, así que el electrón que corría más de la cuenta vuelva a su trayectoria original, y libera un fotón que vibra a una frecuencia muy concreta. O lo que es lo mismo, libera un poco de luz de un color muy específico. Este es el principio de funcionamiento de los láseres, por ejemplo.

Este mismo efecto es el que determina el color de la aurora, pues depende del tipo de   gas que se excite ante el contacto del viento solar. Cada color, además, suele suceder sólo a una altura. Las auroras rojas son las que suelen encontrarse más alejadas de la superficie terrestre, por encima de los 180 km, y son producidas por excitación del oxígeno. Sin embargo, a medida que bajamos, a en torno unos 150 km, aparecen las auroras más comunes, las verdes por excitación del oxígeno. Las más cercanas a la superficie, por debajo de los 120 km de altura, se deben a la excitación del nitrógeno atmosférico. Este gas genera auroras de tonos azulados y morados, aunque a veces también produce radiación ultravioleta. Aunque a veces también aparecen tonos rojizos a estas alturas más bajas.

Donde ver coronas

Bueno, supongamos que queréis ver este espectáculo de luces celestiales. ¿Qué debéis mirar? ¿Dónde debéis ir? ¿Hay que echar una rebequita, que luego refresca? Probablemente sí, que hay que cerca de los círculos polares, y en las noches de invierno hace un frío que pela. En el hemisferio norte hablamos de ir desde Islandia para arriba: Finlandia, Alaska, Groenlandia… Mientras que en el hemisferio sur, Australia y Nueva Zelanda son lo más arriba que puedes ir.

Existe un índice que indica lo probable que es que se den auroras en una determinada zona: el índice geomagnético Kp. No confundir con el ka-pop, que eso es la música pop que se hace en Corea. La del Sur.

Bueno, el índice Kp determina la predicción de alteraciones de la magnetosfera en una determinada zona, y se mide en números enteros del 0 al 9. Para zonas en las que suele haber auroras,un índice de valor 2 hace que las auroras se puedan captar con una buena cámara fotográfica, y a partir de un valor 3 las auroras son apreciables a simple vista.

Si nos alejamos de los polos, el valor del índice kp necesario es más alto. Por ejemplo, mientras que Islandia necesita un índice Kp de 3 para verlas a simple vista, en Londres sería necesario un valor igual o superior a 8. Esto no quiere decir que sea imposible, solamente bastante más improbable. El 4 de noviembre se tomaron fotos de una aurora boreal en la española ciudad de Cáceres, un fenómeno que también se pudo ver en Italia y Francia.

Aunque, si quieres verlas realmente lejos de los polos terrestres… ¿puedo sugerir mirar hacia otros planetas? Los campos magnéticos de Saturno y Júpiter son bastante más fuertes que los de la tierra, y en ambos se generan auroras. Aunque se especula que las auroras de Júpiter no se deben tanto al viento solar, sino a una de sus lunas, Ío. Los volcanes que pueblan la superficie de este satélite emiten largas concentraciones de plasma, de partículas cargadas vamos, que interactúan con la magnetosfera del gigante de gas. De hecho, este plasma es tan potente que hasta las principales lunas de Júpiter tienen sus propias auroras.

Sin embargo, no hace falta tener un campo magnético fuerte para que haya auroras. En 2014 se detectó una aurora de 30km de diámetro en el débil campo magnético de Marte. E incluso en Venus, que se puede considerar que no tiene campo magnético, se producen auroras. Aunque estas son brillos distribuidos entre las nubes de su atmósfera, así que no sabemos cuánto se puede considerar que son auroras.

Cierre

Bueno, y con esto terminamos este episodio sobre las luces del cielo, sin hacer ni una sola referencia a los Simpsons. Antes de irnos, queremos darle las gracias al increíble artículo de la fotógrafa Marta Bretó en Sal y Roca sobre las auroras boreales, que incluye una guía sobre cómo tomar fotos de la aurora boreal. Os vamos a dejar el enlace en la descripción, pero buscarlo en Google, y echarle un vistazo si queréis aprender trucos de fotografía.

https://www.salyroca.es/articulo/lyfestyle/guia-auroras-boreales/20230708174905008124.html

Nos vemos en el siguiente episodio con más historias sobre el espacio!

¡Astro la próxima!

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