Descripción
La respuesta a algunas de estas preguntas, en este episodio.
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Guionista: Alfonso Gómez https://www.instagram.com/alfonsotakles/
Locutor: Jairo Costa https://www.instagram.com/soyjairocosta/
Edición y montaje: Jorge Cambero https://www.instagram.com/karakatuchi/
Guión
Intro
- Jairo: Mammaaaaa, just killed a maaaaaan
- Alfonso: ¡Pero qué haces dando voces! ¿Y por qué vas con un vestido y un bigote enorme? ¿Y dónde está Karaka? Si habíamos quedado para grabar…
- Karaka: Holap
- Alfonso: Y tú qué haces en chanclas con alitas y toga… ¡Si es noviembre! ¿Se puede saber qué puñetas hacéis?
- Jairo: Eh eh, relaja que solo seguimos tus instrucciones
- Karaka: Claro, has dicho que había que venir para lo de Mercurio.
- Alfonso: ¡Pero si tú vas de Hermes!
- Karaka: Mercurio romano.
- Alfonso: Y tú vas de Freddy.
- Jairo: Mercury.
- Alfonso: ¡Pero que el capítulo era sobre el planeta Mercurio!
- Karaka: Retrógrado
- Alfonso: ¿Perdón?
- Jairo: ¿Qué?
- Karaka: El planeta
- Alfonso: ¿qué planeta?
- Jairo: Bebe un poco que te veo tenso
- Alfonso: ¿qué es esto?
- Karaka: Mercurio líquido
- Alfonso: ¡PERO SI ESO ES TÓXICO!
- Jairo: Tu actitud sí que es tóxica.
- karaka: Alfonso, has metido lo del HG?
- alfonso: que dices del hg?
- Jairo: I WANT TO RIDE MY BIIIIICICLE
- Alfonso: ¿cómo?
- Karaka: Te traigo esta carta de los dioses…
- Alfonso: Ay la virgen, que larga va a ser esta intro
- Karaka:No, la virgen no, ay por zeus
- Alfonso: para ya.
- Karaka: MIRA ALFONSO COMO PONGO LA INTRO HOY ** suenan rayos**
- Jairo: galileo figaro o o ooo oo ooooo
- Alfonso: No entiendo nada…
Cabecera
Desde que el ser humano tiene memoria, siempre ha mirado al cielo. Estrellas, planetas, constelaciones y demás movidas del inmenso, insondable, oscuro, aterrador, insultantemente largo a lo ancho y ancho a lo largo, caótico por naturaleza y nada acogedor espacio. Pero… ¿conoces el origen de sus historias? Empieza Astro.
Mitología
Canciones aparte, hoy hablamos del primer planeta de nuestro sistema solar. Famoso mensajero de los dioses romano y uno de los elementos químicos más tóxicos de la tabla periódica… Hoy, hablamos de Mercurio.
Mercurio, el primer planeta de nuestro sistema solar, es también un viejo conocido en muchas culturas. Curiosamente, su mito, como el de tantos dioses romanos, fue importado, adaptado y enriquecido a partir de las distintas civilizaciones que estaban en contacto con la cultura romana de aquel entonces. Cicerón, uno de los grandes filósofos y pensadores de la antigua Roma, reconocía la existencia de cinco versiones diferentes del dios Mercurio: dos con clara influencia griega, dos provenientes de Egipto y solo uno que se pudiera considerar auténticamente romano.
Este último Mercurio terminó fundiéndose con Hermes, el mensajero de los dioses griegos. Hermes, hijo de Maya, la diosa de la primavera, y del gran Zeus, jefe del Olimpo, era un dios rápido, fuerte, y de mente despierta. También era un niño de estos que no paran quietos y no dejan de meterse en líos. En sus primeros días de vida, se escapó de la cuna y se encontró con la yunta de bueyes del dios Apolo. Las yuntas de bueyes son como la jauría de lobos, el banco de peces o el enjambre de abejas… pero en bueyes. Bueno, según el mito, nuestro pequeñísimo Hermes, ni corto ni perezoso, se llevó los bueyes a la otra punta de Grecia. En un intento de evitar que le pillaran en su travesura, se puso unas sandalias y dejó pisadas que apuntaban en dirección contraria. Una auténtica travesura de niño pequeño, y todo esto con unos padres primerizos, que no llevan ni una semana siendo padres.
De regreso de su primera travesura, se encuentra una tortuga en la puerta de su casa. Como buen niño, no duda en ponerse a jugar con ella. Y no solo a jugar, vaya. Decide echarla del caparazón y abrirlo a la fuerza. Una vez que lo consigue, porque por supuesto que lo consigue, se le ocurre la brillante idea de tensarlo con cuerdas y… Bueno, pues inventa la lira.
Apolo, cabreado por la ausencia de su yunta, aparece en escena completamente enfadado al grito de “¡pero es qué no podéis tener al niño quieto!”. Hermes, que aparte de pillo era bastante carismático, le pide perdón y le regala su recién inventada lira. Este es el motivo por el que el dios de la música decidió dedicarse a componer en vez de al ganado. Viendo lo fácil que le robaban los bueyes, quizá fuese una buena idea. Apolo, agradecido e inspirado por su recién descubierta vocación, entrega a Hermes el bastón caduceo. Sí, el bastón con dos serpientes enroscadas asociadas a los médicos.
A medida que Hermes iba creciendo, se fue ganando el título de “recadero”, perdón, “mensajero de los dioses”. Todo el día de un lado para otro cumpliendo encargos divinos. Que si hay que llevar las almas de los muertos a Hades, que si de paso trae a Perséfone del Inframundo por 6 meses, que si le puedes recoger la toga a Zeus de la lavandería… Con tanto ir y venir, Hermes se convirtió en el protector del camino y del comercio. Y claro, en las carreteras griegas no podían faltar sus representaciones: estatuas que mostraban sólo el busto de Hermes y… ejem… su miembro viril. No, no nos hemos equivocado, eran estatuas de su cabeza y de su (censurado). Como curiosidad, una vez aparecieron todas las estatuas cerca de Atenas, pero a todas les faltaba su (censurado)... Vaya que las habían castrado. Y se lío, vaya que si se lío… 25 siglos más tarde, el culpable sigue sin aparecer.
Curiosamente, los romanos no estaban sólos en eso ver a Mercurio como mensajero de los dioses. De hecho, lo más probable es que le robaran, digo, copiaran la idea a la cultura sumeria. Incluso para otras culturas antiguas, como los mayas, el planeta también ejercía un rol de mensajero, viéndolo como un gran búho que hacía de enlace entre el mundo de los vivos y los dioses del Inframundo.
Tenemos que mirar a la cultura vikinga para encontrar a un gran dios asociado al planeta Mercurio. Para ellos, Mercurio representaba a Odín, Señor de Asgard, dios de la magia y la sabiduría. Gracias a la victoria que Odín obtuvo sobre los gigantes de hielo, la Tierra se creó. Aunque lo de ser dios de la sabiduría le costó un ojo de la cara. Literalmente.
Ciencia
Pero basta ya de mitología, que nos liamos. Hablemos un poco de Mercurio como planeta.
Con un diámetro de 1550 km, Mercurio posee un volumen casi 20 veces menor que el de la Tierra. Es, además, el planeta más cercano al Sol de nuestro sistema solar. De hecho, los telescopios nos permiten observar como Mercurio pasa por delante del sol.
Esta cercanía al astro rey ha tenido a los astrónomos geocentristas completamente desconcertados. Ptolomeo propuso que si los planetas no se veían pasar por delante del Sol, era porque simplemente eran muy pequeños y sus órbitas no los llevaban tan cerca de la Tierra. Sin duda, la hipótesis más curiosa proviene del siglo 14 de la mano del astrónomo hindú Nilakantha Somayaji. Este astrónomo, cuyo nombre espero haber pronunciado bien, sugirió que Mercurio giraba en torno al sol, no en torno a la tierra. El geocentrismo se rindió ante la órbita de Mercurio, aunque sólo fuera para un astrónomo hindú.
La llegada del heliocentrismo dos siglos más tarde explicaría estas diferencias observadas, pero no resolvería todas las incógnitas. El siguiente enigma que traía a los astrónomos por la calle de la amargura es que Mercurio parecía mostrar siempre la misma cara. Mes tras mes, no se notaban diferencias significativas en lo observado por los telescopios. Esto llevó a los astrónomos a asumir que a Mercurio le debía pasar lo mismo que a la Luna con la Tierra, que siempre muestra la misma cara porque sus períodos de rotación y traslación son iguales. Osea, que tarda lo mismo en dar una vuelta sobre sí mismo que en torno al Sol. Habría que esperar hasta 1965 para demostrar que esto no era correcto. La relación no es 1 a 1, sino 2 a 3. Es decir, en lo que Mercurio da 3 vueltas sobre sí mismo, le ha dado tiempo a dar dos vueltas en torno al sol. Un día de Mercurio equivale a casi 60 días en la tierra, mientras que un año es casi 90 días. Esto implica que los amaneceres en Mercurio duran días. Sí, en plural. De hecho son tan lentos que hay días del año en los que amanece dos veces. Y no es una exageración.
Dejadme que explique esto, los planetas orbitan en torno al Sol en forma de elipse con el Sol en uno de sus focos. Pues bien, la elipse que describe Mercurio es tan excéntrica, es decir, que tiene tanta forma de huevo, que hay momentos en los que Mercurio gira más rápido en torno al sol que sobre sí mismo. Esto hace que, una vez por año mercuriano, el sol se pare de repente, y comienze a dar marcha atrás en el cielo . Como consecuencia, si estuvieses viendo un precioso amanecer en Mercurio, verías como el Sol se detiene cuando ha salido aproximadamente dos tercios de su tamaño. A continuación se esconde nuevamente casi exactamente por donde salió y luego vuelve a salir para continuar su recorrido por el cielo. En la punta opuesta del planeta, se vería un doble anochecer.
Cosas de Mercurio
Con días tan largos y estando tan cerca del Sol, es de suponer que las temperaturas del planeta deben ser altas. Y en efecto, así es. La media de temperatura de la cara iluminada es de 350º, mientras que por la noche la temperatura baja a unos fresquisimos -170º. Fueron estos -170º los que sembraron la semilla que culminó en el descubrimiento de esa relación 2 a 3. Los astrónomos del momento pensaron que si una cara nunca se orientaba hacia el Sol, su temperatura debía ser muchísimo más baja, así que debía rotar en algún momento y orientarse hacia el Sol.
Y con una temperatura tan alta, ¿cómo es la superficie del planeta? ¿Ríos de lava discurren por la superficie? Pues lo cierto es que… no. Es una superficie rocosa, marcada por el impacto de numerosos meteoritos. Mercurio tiene en su superficie la cuenca de Caloris, uno de los cráteres más grandes del sistema solar. Cuenta con un diámetro de 1550 km y contiene una formación de origen desconocido no antes vista ni en el propio Mercurio ni en la Luna. Consiste en aproximadamente un centenar de grietas estrechas y de suelo liso que se conocen como La Araña. Sí es posible que ríos de lava hayan creado esta formación, pero a día de hoy, no estamos completamente seguros.
A pesar de todo, las últimas observaciones indican la existencia de hielo en los polos del planeta. El fondo de varios cráteres cercanos a los polos, muy profundos y oscuros, nunca han quedado expuestos directamente a la luz solar. Esto hace que tengan una temperatura muy inferior a la media global, posibilitando la existencia de metros de hielo incrustados en el fondo del cráter. El origen de este agua helada es incierto, pero se especula que o bien se congeló de agua del interior del planeta o vino en cometas que impactaron contra el suelo.
Sin embargo, la existencia de agua no implica la existencia de vida. Aparte de las brutales temperaturas y debido a su baja atracción gravitacional, el planeta posee una tenue atmósfera con una presión de 0.5 nano pascales. La presión atmosférica en la Tierra es de en torno a 100mil pascales, una diferencia de 15 órdenes de magnitud entre ambas medidas.
Además, posee una magnetosfera con una potencia de tan sólo un 1% de la intensidad de la magnetosfera terrestre. No obstante, este campo magnético es bastante potente si se tiene en cuenta el lento movimiento de rotación y el tamaño del planeta. La explicación que han dado los científicos hasta el momento es que Mercurio debe tener un núcleo metálico con gran cantidad de hierro y ligeramente fundido. La rotación de este núcleo sería la causa de este inusualmente potente campo magnético, al igual que pasa con la Tierra.
A pesar de todo lo que hemos llegado a conocer sobre Mercurio, sigue siendo uno de los grandes desconocidos del sistema solar. La dificultad principal para estudiarlo de cerca es la compleja maniobra que requiere un satélite para quedarse orbitando alrededor de este pequeño planeta sin ser absorbido por el Sol. De momento, hemos lanzado tres misiones a Mercurio, la última, la sonda europea-japonesa BepiColombo que llegó a la órbita de Mercurio el 1 de octubre de 2021. Se espera que BepiColombo dé más detalles sobre la superficie del planeta y su magnetosfera… pero para obtener estos resultados habrá que esperar.
Cierre
Para lo que no hay que esperar es para llegar al final de este episodio. Si habéis echado en falta las lunas de Mercurio… Que sepáis nosotros también. Mercurio no tiene lunas y no sabemos si se las comió el sol o qué ha pasado aquí.
Antes de despedirnos, vamos a añadir un pequeño dato curioso sobre el mercurio. El metal líquido, no el planeta. Su símbolo en la tabla periódica, Hg, viene del latín "hydrargyrum", o "agua plateada" en español. Este término surge de combinar el latín "hydra" (que es agua) y "argyros" (que es plata), y explica perfectamente el aspecto de este elemento.
Muchas gracias a todos nuestros oyentes, y a las personas que nos habéis apoyado económicamente en Kofi al momento de escribir este episodio. Luis, Jaime, mil gracias. Si queréis ser como ellos, os dejamos el enlace en la descripción de los episodios. Claro que también nos ayudáis compartiendo el episodio con amigos, compañeros del trabajo, repartidores de Correos… Ambas cosas son opcionales, pero la segunda es gratis.
Nos vemos en el siguiente episodio con más historietas del espacio.
¡Astro pronto!